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Mujeres Sacerdotes en la Iglesia Católica Española

Eres mujer y te sientes llamada al sacerdocio? Signos de una vocación

Cuarta señal: afirmación de parte de otros


No siempre es fácil juzgar tus motivaciones y tus habilidades por ti mismo(a). Pero no estás sólo(a). Hay gente que te conoce: amigos, parientes, miembros de tu parroquia, colegas, compañeros de estudio, que pueden ayudarte a juzgar la validez de tu llamado. Si muchos de ellos pueden ver al (a la) sacerdote potencial en ti, eso es una importante afirmación desde adentro de la Iglesia.

Un(a) director(a) espiritual es también muy útil. Ese(a) director(a) o mentor(a) espiritual es alguien en quien puedes confiar y que puede ser objetivo(a) contigo. Un(a) director(a) espiritual no será tu "mejor amigo(a)" y no tomará decisiones por ti. Él o ella te ayudarán a reflexionar en lo que estás considerando y en cómo Dios está moviendo tu proceso. Un(a) director(a) espiritual caminará contigo a medida que vayas en tu discernimiento.

En cualquier momento que un candidato es presentado para ordenación, el obispo, aún en los ritos actuales, pregunta primero si la persona es juzgada aceptable y apta por la comunidad de Dios. La respuesta es dada generalmente por el Rector del seminario en donde el candidato se entrenó, pero él contesta como representante del pueblo. La gente sabe quién podría ser un buen sacerdote y quién no.

La afirmación por parte de otros es por tanto, un signo valuable que indicará si tienes vocación o no.

 

http://www.womenpriests.org/sp/called/signs.asp

Tercera señal: aptitud para el ministerio pastoral


Aptitud significa que tienes los carismas y dones requeridos para el ministerio sacerdotal. En términos prácticos, esto significa tener la habilidad de dominar los estudios teológicos y servir de inspiración y guía para otros. El sacerdocio es una profesión compasiva y sólo seremos útiles si por naturaleza y destrezas adquiridas somos “buenos con la gente”.

Aptitud significa tener la habilidad de vivir la vida sacerdotal confortable, feliz y generosamente, sin hacerte pedazos o estar constantemente agotando tus energías o sin estar constantemente en estrés. De alguna manera, ese estilo de vida debe acomodarse a ti y tú acomodarte a él, sin tener que pagar un al alto precio por vivir así. De alguna forma debe haber cierta compatibilidad entre tus intereses, habilidades y capacidades con las de aquellos que ya están en la vida sacerdotal.

 

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Segunda señal: la motivación a servir

Segunda señal: la motivación a servir

Primero debemos entender ciertos motivos nada aceptables que nos puedan atraer al sacerdocio:

  • La alta estima y elogios que ganaríamos para nosotros y nuestras familias;
  • Una posición de estatus y respeto en la comunidad;
  • Escapar de la responsabilidad del matrimonio o de otras relaciones familiares (hasta que la Iglesia haga el celibato opcional), y así sucesivamente.

Estos motivos inaceptables deben desemascararse, si están presentes. Son señales contrarias a una verdadera vocación sacerdotal.

El único motivo para aceptar el misterio sacedotal es el deseo de servir a otros. Un(a) sacerdote es ordenado(a) para otros, no para sí mismo(a). La felicidad de uno(a) como sacerdote es conmesurada con la felicidad dada a otros.

“Ser un sacerdote no es sobre tener una carrera en el sentido normal de la palabra. No es sobre prestigio, estatus o acumulación de bienes. Es sobre el amor por Dios y por la gente, y cómo uno puede responder mejor al amor de Dios mediante el servicio a los otros.” (Fray Edzel)

En un estudio por Eugene Kennedy, llamado "El sacerdote católico: investigaciones psicológicas" (1972), varios sacerdotes fueron encuestados sobre los principales factores que contribuyeron en su decisión de permanecer activos en el ministerio sacerdotal. Entre éstos, se mencionan:

  • Hago una contribución significativa a la misión de la Iglesia.
  • Siento una gran satisfacción en lo que hago por la gente.
  • Tengo un gran impacto en la vida en las vidas de los individuos, en una forma muy especial. Creo que la gente me ve como un signo especial de Dios en el mundo.

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Primera señal: la


Este es un proceso gradual en el cual vamos desde el pensar y el sentir, hasta la convicción de que agradaríamos a Dios si aceptamos el reto del sacerdocio. Es un esfuerzo en oración, que nos lleva a estar listos a tomar decisiones sobre ello.

Podrías darte cuenta en ocasiones, que algo dentro de ti (en tu corazón, por decirlo de alguna manera), te atrae hacia Dios y te lleva a una relación con él, aún a pesar tuyo.

¿Tienes deseos de llevar la vida de un sacerdote? ¿Te sientes inclinado(a), llevado(a) hacia esa vida? ¿Pensar sobre ello te da cierta satisfacción – te crea entusiasmo, gozo o algún otro sentimiento positivo, a pesar de tus temores o de reaccionar instintivamente contra ello?

¿Has entrado en una etapa donde sientes, en tus oraciones y reflexiones, que Dios te invita personalmente, te está ofreciendo un reto para ti como individuo, que Él te da la oportunidad de escoger?

Estas cosas son difíciles de describir, pero su realidad será reconocida por cualquiera que lo haya experimentado.

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Distinguir el momento inicial de tu vocación genuina


La llamada de Dios no viene a través de visiones misteriosas en la noche o por un silencioso suspiro al oído. Como en muchas otras áreas de la vida y la fe, Dios trabaja a través de causas secundarias. Su llamada puede despertarse ti por el ejemplo de otros sacerdotes, la lectura de un libro o porque alguien, como un(a) maestro(a) en la escuela o un(a) amigo(a) cercano(a), te diga: “Has pensado en ser sacerdote?” Algún evento casual puede ser la chispa que haga correr tu imaginación.

Ahora, es importante distinguir entre esas chispas originales y de la verdadera llamada. He sabido de un número de personas que se sintieron inicialmente atraídas al sacerdocio por razones triviales. Uno estaba impresionado por las magníficas vestimentas que el sacerdote usa en la misa (¡Dios nos libre!). Otro confesó que entró al seminario para no ser superado por su primo, que era su archirival. Estas son obviamente razones inadecuadas para ser sacerdote, y pueden más tarde causar problemas a la persona que está seriamente probando su vocación.

Pero Dios trabaja por vías misteriosas. Yendo camino al sacerdocio por alguna razón necia, podríamos sentirnos atraídos a continuar a causa de buenos motivos. La mujer samaritana se “envolvió con Jesús” en una conversación casual en el pozo, y enventualmente se convirtió en la primera apóstol de su poblado.

¿Cuáles son entonces, las señales reales de una vocación genuina?

 

Tomado de http://www.womenpriests.org/sp/called/signs.asp